Era el año 1844, y la enfermedad de Virginia Eliza Clemm, esposa de Edgar Allan Poe, comenzaba a avanzar. Tenía entonces veintidós años, y padecía tuberculosis.
Virginia y Edgar eran primos. Se habían conocido cuando ella tenía siete años, y ya habían convivido junto con otros parientes. Se casaron cuando ella tenía trece años y él veintisiete. El matrimonio entre primos era frecuente en esa época, pero la diferencia de edad era notable; aunque no llamaba tanto la atención como lo haría en la actualidad. De todos modos no hay certeza sobre la edad de ella, y algunos dicen que no compartieron el lecho durante los primeros años de matrimonio, durmiendo en habitaciones separadas hasta que ella cumplió dieciséis. Otros historiadores creen que su relación no era siquiera de tipo conyugal, sino más bien fraternal; y hasta quizás sea posible que nunca hubiesen consumado el matrimonio, por lo que ella pudo haber fallecido virgen. Esto parece indicarse en poemas como Annabel Lee, supuestamente inspirado en Virginia.
Más allá del tipo de relación que tenían, es indudable que se amaban profundamente y eran felices juntos. En una ocasión él dijo que jamás vio un ser viviente más hermoso que ella.
Virginia tenía el cabello negro y ojos violeta, con una piel tan clara que según algunos esto no le daba un buen aspecto. Un visitante de la familia Poe dijo que tenía «un tono rosado en sus mejillas que era demasiado brillante; posible síntoma de su enfermedad», y otro conocido de ella dijo: «La señora Poe se veía muy joven; tenía ojos grandes y oscuros, una piel de un blanco perla, de una palidez absoluta. Su pálido rostro, el brillo de sus ojos y su cabello de cuervo le daban una apariencia extraterrenal».
Fue en esa época en que la pareja decidió adoptar un gato para que los acompañase durante aquellas duras épocas, y fueron a un refugio en donde encontraron a una gata negra a la que Virginia apodó Catterina.
La gata estuvo junto a Virginia durante tres años. Pasaba todo el día en la cama a sus pies, separándose de ella solo para comer y beber. Con dicha actitud, Catterina logró incluso poner fin a la aversión que Poe tenía para con los felinos. Todos recordamos la famosa obra El gato negro, pues bien, Poe sentía por los gatos algo no muy alejado de lo que siente por ellos el protagonista de dicha historia.
Cuando Virginia falleció, él quedó devastado. Según sus palabras, ella fue «una esposa a la que amaba como ningún hombre había amado antes». La imagen de Poe que más se propagó lo muestra como un individuo triste, deprimido, cuando en realidad él era mucho agraciado. Precisamente, esa fotografía fue tomada poco después de la muerte de su amada. En aquella época Poe solía pasar noches enteras sentado junto a su tumba, helado por la nieve, y se dice que incluso había intentado suicidarse luego de quedar viudo. Seguramente no le agradaría saber que esa foto circula en internet de la manera en que lo hace, ya que él jamás la habría puesto de perfil en sus redes sociales.
Poe siguió conviviendo con la gata Catterina por un tiempo, hasta que un día ella escapó –o tal vez él dejó la ventana abierta a propósito–, y ya nadie supo qué ocurrió con el animal.
Es por ello que, cada vez que veo un gato negro desde mi balcón, le grito: «¡Catterina!», y dejo algo de comida y bebida, con la esperanza de encontrar algún día a la fiel gata de Virginia Clemm y Edgar Allan Poe.
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