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Mostrando entradas de 2023

La muerte de Poe

    El maestro del terror ha dejado historias que seguirán fascinando a sus lectores durante siglos, pero a los misterios que nos dejó se suma uno más: su propia muerte, que fue tan intrigante como sus mejores relatos. Edgar Allan Poe falleció el 7 de octubre de 1849. Tenía cuarenta años y varios proyectos que realizar: estaba por viajar a Filadelfia para un trabajo de editor, y escribía además un nuevo relato titulado El faro, que parecía ser compañero de Un descenso al Maelström (Poe tenía la costumbre de escribir algunas obras que podrían considerarse emparejadas). El relato que estaba escribiendo trata de un guardián de un faro que escribe en su diario sobre un posible huracán que lo tiene preocupado. El faro quedó inconcluso, quizás porque fue justamente interrumpido por la muerte de Poe, siendo esto lo más probable, ya que carece de la inclusión de detalles que solía incluir para envolvernos en la atmósfera adecuada. Aunque podría considerarse terminado, siendo la muerte del prot

El gato negro - Breve análisis

  Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre, que son afectuosos y que ponen el bienestar de su dueño antes que el propio. Dicen, que los gatos son calculadores; pequeños seres introvertidos que solo piensan en sí mismos. Es de entender que los perros sean más compañeros; se mueven en jaurías y fueron domesticados por la humanidad muchos siglos antes, pero eso no significa que los gatos no sientan por sus dueños el mismo cariño que sus antónimos caninos. Sucede que los gatos son otro tipo de mascota (si es que se los puede llamar así), y que tienen otros modos de vincularse con nosotros. Hay quienes dicen, incluso, que los gatos son tan protectores de sus dueños como lo son los perros; mientras que estos últimos son los encargados de defendernos en el mundo tangible, los gatos se encargarían de los ataques metafísicos. Esta idea daría sentido a los largos ratos que los felinos pasan observando lo que para nosotros no es más que un sitio vacío. Allí, en esa nada misma, hay mucho má